En este taller en Cabo de Gata me interesa,
aprovechando los extraordinarios estímulos del entorno, crear
un clima de trabajo que permita a cada asistente dar un salto adelante
en el proceso de búsqueda de sus soluciones personales. Y
como lo más difícil, en mi opinión, es entender
el trabajo de uno mismo, hacerse con el significado de la producción
propia, es decir, la auto-recepción, le dedicaremos a este
asunto todo el tiempo que haga falta, empleando para ello el lujo
que supone estar en un grupo de 15 ó 20 personas. En este
taller no se tratará tanto de encontrar respuestas como de
plantear preguntas. Me gustaría que este taller se entendiese
como un banco de pruebas, un poco como aquellos dispositivos que
se emplean en la industria para probar de forma acelerada, comprimiendo
el tiempo, la resistencia y durabilidad de los materiales. Pienso,
por ejemplo, en el mecanismo capaz de abrir y cerrar un cajón
30 veces por minuto, de manera que en 24 horas se le somete a un
desgaste que en circunstancias normales supondría 10 años.
Manolo Laguillo, 1997
... Una buena chimenea no cambia su
comportamiento porque afuera haya viento o llueva. Una chimenea
es buena cuando, independientemente de lo bien o mal que estén
colocados los troncos, no existe la posibilidad de que el humo vaya
a la habitación. Cada chimenea posee características
propias. El foguero debe aprender a conocerla para llegar a ser
capaz de aprovechar sus rasgos particulares. La chimenea siempre
permanecerá igual a sí misma, no puede modificarse,
y si la sometemos a una reforma ya no será la misma chimenea
de antes. Es el foguero quien cambia en su aprendizaje de las características
de la chimenea.
Si se desatienden las sutiles señales que emite el fuego
para indicar lo que quiere que hagamos con él no hay perdón,
el fuego simplemente se apaga. Hacer y cuidar bien un fuego exige
humildad. El sujeto activo no es el foguero, sino el fuego, a cuyo
servicio debe sentirse el foguero.
Hacer un fuego no debe limitarse nunca a lograr que arda la madera.
Además debe cuidarse la forma en que se disponen los troncos,
atendiendo a su correcta oxigenación, a su equilibrio estático,
y a la belleza del conjunto. Calentarse no debe ser, no es el único
objetivo.......El fuego no surge por generación
espontanea. Nace a partir de una decisión. No tiene sentido
encender un fuego si no existe la intención de cuidarlo.
Hacer y cuidar bien un fuego implica correr el riesgo de quemarse,
supone saltar la frontera que separa la postura conservadora de
la atrevida y audaz. El fuego transforma al que lo cuida.¿Por
qué fotografiar?
Escritos de circunstacias.
Edit. Mestizo A.C.
Manolo Laguillo, 1995
Manolo Laguillo
Madrid, 1953. Licenciado en filosofía y doctor
en Bellas Artes. Imparte clases como catedrático de fotografía
en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona.Aunque
fundamentalmente fotógrafo, una parte importante de su tiempo
lo dedica a dar conferencias, seminarios, y a escribir.Ha realizado
numerosas exposiciones individuales y colectivas en España,
Europa y América. Portafolios y publicaciones en las principales
revistas de fotografía españolas y europeas.Ha publicado
y editado su trabajo en libros como autor de fotografías
y como teórico de la fotografía. Entre sus publicaciones
más conocidas se encuentran el libro sobre el sistema de
zonas (edit. PhotoVision) y su último libro sobre teoría
de la fotografía titulado Por qué fotografiar
(edit. Mestizo A.C.). De inminente publicación : La
cámara de fuelle (edit. Grisart), y Manolo Laguillo.
Veinte años de fotografía (edit. Actar)
Organización y Coordinación: Oscar
Molina
fotos:
Parque Natural de Cabo de Gata, ©om |